lunes, 12 de marzo de 2012

~ Capítulo 3 Comienzo de una nueva vida.

No sabía lo que sentía. Quería matar al supuesto criajo y enconrrerlo por toda la playa hasta que mis pies ya no dieran de sí, hacerle alguna aguadilla en la mar salada y que no pudiera respirar durante unos segundos y que se le quedara marcado ese momento en su infancia, pero mis ideas se fueron al norte, me sentía extraña, una sensación que cambio rotundamente en una milésima de segundo.
Un chico de unos dieciséis o diecisiete años recién cumplidos, con unas bermudas estilo hawaiano y una camiseta ajustada a no poder más, sólo eso, te dejaba perpleja. Era alto, pero bastante menos que Julio, joder maldito Julio, no te saco ni en estos momentos de mi cabeza. Era moreno, con el pelo color castaño y los ojos claros, color grisáceo con una mirada que te hipnotizaba, y una sonrisa de esas perfectas. Creo que me quedé incluso con la boca abierta, no sé, mejor no saberlo.
Recuerdo que Leyre me dió unas cuántas palmaditas, el chico y los que por lo visto eran sus compañeros salían de una pista de baloncesto que estaba bastante próxima a nosotras, y supongo que este incidente podría haberme ocurrido a mí cómo a cualquier otra chica. ¿Sera una señal? - seguí pensando sobre mis especulaciones.
Cada vez se iban acercando más, vendrían a pedir disculpas o yo que sé, porque esa maldita mancha no se iba vamos, ni a 240 grados en la lavadora.
- Miri, ¡Miri! eh, despierta que se acercan. - me susurró Leyre. Me dirigí a ella disimuladamente y le susurré.
- Leyre. ¿pero tu lo has visto? ¿ves lo que ven mis ojos? - decía con asombro.
- Sí sí.. ¿entonces, el chico de los helados es mío? - dijo subiendo un poco el tono de voz.
- ¡Ay joder haz lo que quieras! pero ayudáme. Haz algo no sé ¡Joder Leyre!
Cada vez estaban más próximos, eran tres. Mi, vamos a llamarlo 'fichaje' estaba en el medio. Movía su flequillo a un lado y mis neuronas se deshacían. Cómo no sabía que hacer y no quería parecer tan tonta de decirle, "ay me has manchado, ahora tendrás que invitarme a cenar para recompensarme, así te acordarás de que no debes repetirlo". No, estaba muy chapado a la antigua y no era mi estilo, además estaban cómo a cinco pasos, ya debían de estar rezando veinte rosarios por si les caía alguna torta y con un rostro ángelical que te hacía más débil.
- Vale, corre coge esa servilleta. - me dijó señalando al otro extremo de la mesa.
Le dí la servilleta y me dijó:
- Este es el plan. - esperate que va la lanzada, si es que no puede tener una relación estable...- Tienes que parecer enfadada- ¿cómo hago eso? si ya me tiemblan las rodillas y me va a salir un pequeño hilo de voz - Entonces, yo me quedaré con los demás...
- ¿Tia quieres hacerte un trio o algo parecido hoy o que?
- Cállate, que no me dejas acabar - dijo con una sonrisa de oreja a oreja que me conocía cómo la palma de mi mano.- Tu te irás con el al baño..
- Ya, Leyre ya, que pase lo que tenga que pasar y que surga lo que tenga que surgir, no vengamos aquí ahora prediciendo el futuro porque visto cómo te estas poniendo me veo con un retraso de 3 meses y un test de embarazo de color rosita - le solté.
- Ja-ja-ja no se sabe. ¿Le llamaras Leyre en honor a la tita? - hizó una vocecilla de niña pequeña.
- ¿Te quieres callar? - dije empujándole un poco.
- Vale, vale que agresiva.
- Cuida, no te valla a sacar las garras.
- ¿A mí? eso lo harás tú con el chaval este, que le quitarás la ropa en medio segundo. - y solté una pequeña risita.
- Eres el bicho mas pervertido y malpensante de este mundo.
Ya estaban ahí.
- ¿¡Y vosotros que hacéis!? no véis que estamos aquí, nos podríais... blablabla. - seguía esta enrollandose mientras los otros dos estaban alucinados o con la mierda hasta el cuello y estaban de colores de la gama verde hasta la morada, cómo si llevarán un collar a presión. Los únicos que les ignorabamos a todos éramos él y yo. Enserio, que lo sabía, tenía ahí una intuición ahí dentro que me decía que manteniamos una conexión y que el destino había querido juntar nuestros caminos para que chocasemos juntos en una misma dirección.
El chico moreno tosió cómo para parar a mi amiga y dijó a voz de todos que lo sentía muchísimo, que no volvería a ocurrir, y me seguía mirando, ¿era cómo un muñeco de cera? estilo a estos que les hacen a los famosos y tal, me refiero.
Leyre les acabó devolviendo la pelota cómo si fueran unos niños pequeños en el patio de su colegio y lo único que faltaba era el mítico "BIENNNNN" que sueltan los niños cuándo consiguen lo que quieren. Pero estos no, el mio no al menos, eran..no sé eran especiales, me daban ganas de cogerlos de los mofletes y decirles cuchiflú. No, me estoy pasando.
- Y la próxima vez tener más cuidado. - dijó Ley que por lo visto no le acabaron gustando, porque se los ventilo de su vista bien pronto.
Iba a volverme a sentar en la silla, cuándo una voz venía desde mi espalda.
- ¿Me acompañas? Eh...ems, ¿sois turistas verdad? si queréis puedo enseñaros esto un poco.. - decía llevándose la mano al cuello y volviendo a colocarse su voluminoso pelo sobre la frente, sin dejarla al descubierto. Leyre cambió de planes y no sé si lo hizó por mi o por quién fue. El caso es que ella se quedo en la barra de los helados a lo película americana hablando con el chico y yo fui directa y acepte su invitación. Sus amigos se quedaron en la cancha, mejor así, solos, aunque no sabía cómo romper este silencio tan incómodo que sólo podía separar el romper de las olas sobre los acantilados. Una cosa llevo a la otra, era un chico muy simpático, agradable, cada vez me gustaba más, no sólo por el físico, sino su forma de ser, era tan parecido a mi en muchas cosas que creo que incluso el se sorprendía. Al final, el atardecer se posaba, algunos pájaros se perdían por el horizonte, parejas caminaban de la mano por los surcos de la arena, y nosotros estabámos tumbados sobre dos toallas, a dos milímetros de distancia, yo con una orquídea rosada en el pelo que me acaba de coger y el con su amplia sonrisa, apunto de darnos nuestro primer beso.

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