lunes, 26 de marzo de 2012

~ Capítulo 11 Mejor, que sean dos helados

Cerré fuertemente el picaporte de la puerta hacía al exterior, con rápidez, y finalmente echando la llave a la puerta. Eché las llaves al bolso y me lo colgé. Me pusé una chaqueta, y cada vez andaba con más velocidad, pisando el carril bici, y casi soy atropellada por varios ciclistas, después de varios abucheos por ir en medio, aquellos infelices no podían comprenderme, ilusos de la vida.
Era 24 de noviembre, las hojas del calendario pasaban con el efecto de un chasquido de dedos y todo era alucinante, habían pasado tantas cosas, desde estos últimos cuatro meses, habían cambiado tanto las cosas.
Lo que había sido una quincena de vacaciones de verano, para mí fue a pasar a realizar aquí mi vida, era precipitado, lo seguía siendo, pero aquí es dónde realmente tengo lo que necesito, aunque ahora estaba añorando todos los momentos que había perdido con el tiempo a su lado, las tardes de risa debajo del árbol de la estación, las llamadas por Skype a las tantas de la madrugada.. eso era lo único que nos quedaba.
Tal vez no fuese una decisión indicada aquella de quedarme a vivir finalmente en Marbella de golpe y porrazo, y debería de haberme marchado con ella, pero me consto mucho dar este paso, porfin me había independizado, bueno, vivía acompañada de una maravilla, y es real y de carne y hueso.
Ya estaba en el punto en el que nos despedimos. Me temblaban las manos, mantenía entre mis dedos una foto suya, y mientras los brazos de Kevin me rodeaban por mi espalda dándome un cálido abrazo, y mis rodillas ya no daban de sí, necesitaba abrazarla tan fuertemente.
Había perdido tantos momentos con mi mejor amiga, con mi hermana...
- No te preocupes, estará al llegar.
- Kevin, no sé si hice bien quedándome aquí.. mi familia y todos están allí, bueno, tú ahora eres mi familia, pero no sé, es todo tan distante.. debería de haber ido a visitarlos alguna vez en todos estos meses.
- No es hora de lamentarse, ya verás que pronto la verás bajar del coche.

viernes, 23 de marzo de 2012

~ Capítulo 10 Nuevo día, nueva vida

- Mmmmmmm.. me gustan el sabor de tus besos. - afirmó y me sonroje, todavía sin saber la razón de mis glóbulos rojos en las mejillas.
- Puedo decir lo mismo. - pegué mi primer mordisco a la tostada de mermelada de melocotón.-
Gracias por el desayuno - le dediqué una sonrisa.
- No hay de que, te mereces esto y mucho más. - me cedió otra amplia sonrisa.
- ¿Cómo puedes ser tan maravilloso? - pensé en voz alta.
- Eso es lo que me pregunto yo respecto a tí, Miranda. - se acercó a mí, tanto y tanto, cada vez más que le robe un beso.
- Perdona.. perdona por el sermón de esta noche, necesitaba contártelo, no sé, tal vez debería haberme callado, igual lo estropeé todo, déjalo, da igual... - bajé la mirada.
- No hay nada de lo que debas arrepentirte, ni mucho menos avergonzarte. - elevo mi mirada con la suya, elevando hacía arriba mi mentón con su cálida mano izquierda.
Enserio, gracias por contármelo. Así, estoy seguro de que no seré tan gilipollas cómo fue el tío ese, y te protegeré de todo lo que pueda ocurrirte. - echó su otra mano libre, en mi hombro, y a pesar de haberse vuelto a separar, se volvió a acercar.-
Siempre, siempre podrás contar conmigo. ¿Oyes? Siempre.
- Em.. - estaba sin palabras, en blanco, suponía que lo dejaría pasar, no sabía cómo iba a ser su forma de actuar, realmente.- Gracias, gracias a tí de verdad.. - me hundí en su pecho y le abracé fuertemente, cómo nunca lo había hecho en estos pocos días que nos conocíamos, ni siquiera, un mes.
Estuvimos así bastante rato, mis ganas de desayunar se fueron, y dejé media tostada sobre el mantel, iba a quedarme en los huesos, pero tan solo su presencia ya era de por sí mi alimento.
Deshicimos el abrazo, nos miramos por unos segundos fijamente, sonreímos y rompió el hielo.
- Bueno, será mejor que nos vayamos yendo, mi amigo Sam me va a matar. - se echó la mano a la cabeza dejando alocado su pelo oscuro.
- Jajajaja, ¿hemos echo cosas malas en casa de tu amigo Sam? - dije dejando mi timidez a un lado.
- Vaya, no conocía ese lado pervertido por tu parte. No, Mir, hemos hecho el amor, eso no son cosas malas.
- Vale, confiaré en tí.
Recogimos un poco, aunque estaba todo muy desordenado. Primero, salí yo, y después Kevin, cerrando la puerta y cediéndome un casco de color negro, con mis iniciales. Subí a la moto, y la pusé en marcha, cómo me dijo. Era una vespa roja, preciosa, mi preferida. ¿Tenía un diario secreto sobre mi vida? todo esto es demasiado subrrealista, que salgan ya los traidores.
- ¿Le has puesto mis iniciales a un casco de moto? - pregunté dubitativa
- Sí. No es un simple casco de moto, es tu casco.
- Gracias, no tenías porque..
- También tenemos que tener algo por lo nuestro. - susurro, a pesar de ir ya conduciendo, pero pude entenderlo perfectamente. Lo nuestro, sonaba tan.. Espera, es verdad ¿estamos saliendo, o no estamos saliendo? Ay dios, haber  si he echo una barbaridad..
- ¿Nuestro? ¿Es- estamos juntos? - pregunte, mordiendome una uña, dios..
- ¿Tu no piensas lo mismo que yo? - se giro hacía a mí, se giró la moto hacía un lado, y tuve un miedo terrible.-
- Claaaaaaaaro - grite. Pero porfavor.. ¡no vuelvas a hacer eso!
- Vale, yo también te quiero.

Bajamos de la moto, y nos besamos apasionadamente, de esos besos que son de película y no se olvidan. Era todo tan maravilloso,es tan perfecto.


miércoles, 21 de marzo de 2012

~ Capítulo 9 Más allá

El sol de la mañana me despertó. Un olor a comida también lo hizo. Me dí la vuelta hacía el otro lado de la cama y miré el reloj de mesilla. Las 10 y 30 de la mañana, que dolor de cabeza tenía, pero estaba feliz. Me fui hasta el que supuse que era el baño, con todavía la sábana a cuestas, a razón de no saber dónde estaba mi ropa.
Tenía todo el maquillaje corrido, cómo me imaginaba, me lo quité un poco por encima y me dí una ducha rápida. Dejé que las gotas rondaran por mi cuerpo un corto tiempo y salí de la ducha. Me coloqué una toalla rosa fuerte alrededor de mi cuerpo, y sequé un poco mi pelo con otra toalla.
Con el pelo todavía mojado, salí jugando al escondite con el propósito de encontrar mi vestido.
Tras casi más de veinte minutos jugando al aqui te pillo y aqui te mato, me giré e inesperadamente me encontré con Kevin. Fue un momento incómodo, bastante incómodo, más que nada, en cuánto me giré, no me percarté de su presencia, estábamos tan cerca que nuestras narices se chocaban, y mi toalla se resvalo rápidamente a la que me la volví a poner de forma de acto reflejo, y me sonrojé. Todo tenía que pasarme a mí, joder que vergüenza pasé, aunque, se supone que no debería tenerla, digo yo, porque.. la otra noche fue la otra noche. ¿Había hecho bien? ¿Había hecho mal? que más da, ya era tarde para arrepentirme, además, me sentía más fresca que una rosa.
- Aquí tienes tu vestido, si es lo que buscas.- ¿que iba a estar buscando? ¿huevos de chocolate para el día de pascua? se merece un pin-  me dijo con tono avergonzado
- Gracias... - dije modosa, dejando una pausa marcada, sin final y mirando un poco hacía el suelo.
- Te espero abajo, he hecho el desayuno. - me besó y no pude evitar transmitir ese leve cosquilleo que me hacían sentir sus labios, me guiñó un ojo y cerró el picaporte.
Me quite la dichosa toalla que tan mala pasada me había jugado y me pusé el vestido, ya que no tenía otra cosa y estábamos en no sé dónde, marginados y aislados del mundo.
Bajaba ya las primeras escaleras de forma de caracol y oí la melodía de mi teléfono. Subí a toda prisa, corriendo cómo si me fuera la vida en ello hasta que logre localizarlo, todo estaba mano por hombro y el no saberse el lugar de las instalaciones no ayudaba mucho.
Maldito teléfono, acababan de colgar, y lo estaba sosteniendo sobre mi mano derecha. Deslicé con la izquierda y me dirigí a las llamadas pérdidas.
Ah Leyre.. que pesada no tiene otro momento para llamar, seguro que le había ido todo muy bien con el de la heladera famoplay. Sí, soy muy mala, pero creo, que mi amiga se merecía algo más.... no sé de su estatus social. Bueno, al menos el rubito parecía majo, simpático, dejemoslo ahí.
La llame y respondió exaltada con una lluvia de preguntas que me tiro por encima.
- Sí, sí ¡¿Leyre te quieres callar!? esto parece un interrogatorio forzoso.
Doce y media de la noche, casa de madera, cama, dos personas, arrepentimiento, recoinciliación, diversión, sensaciones, cosquilleo, pasión, amanecer, dolor de cabeza, despeje de dudas y amplia sonrisa. ¿Algo más?
- ¡Ala tiaaaaaaaaaaaa! - dijo alargando exageradamente la a. - ¡Eres una guarrilla compulsiva!
- Pero, pero, ¡pero tú! jajajajaja - empecé a reír a carcajada suelta, sarcásticamente, y cualquiera que me hubiera oído me habría tomado por loca-  no hables, que seguro, seguro que has echado un pinchito con el rubio.
- ¡Me lo has quitado de la boca! - protestó , cuándo seguramente ni habría querido contármelo, ay señor.
- Te voy a llevar al women's secret a comprarte lencería sexy.
- Jajajajajaja, hazme reír.
- Sí, te vas a comprar un corsé negro ceñido y un tanga rojo.
- Leyre, tus palabras son superiores a mí, adiós. - le dijé y ya iba a pulsar el botón rojo de 'colgar'
- Mi, mi, Mirandaaaaaaaaaaaaaaa - colgé. Será desavorida. ¡Pervertida! - pensé. Esta chica ayer mezclo demasiadas bebidas..
Volví y me bajé de nuevo, ahora sí, le tenía esperando sobre más de media hora, pobre chico.  Me senté, le plante un beso en los labios y cogí una tostada. A ver que me depara hoy el día.

Pon tu comentario, aunque sea anonimo, a partir de ahora no hará falta que estes registrado para dejar tu huella, os quiero. Sonia.-

lunes, 19 de marzo de 2012

~ Capítulo 8 La gran noche

Veiniticinco, veinticuatro, veintitrés, veintidós, veintiuno... eran los minutos que quedaban.
La media noche ya estaba al caer, y cada vez tenía más ganas de estar preparada para ir al punto de nuestro encuentro.
Había acabado de cenar, colgado mi último tweet en twitter y terminado de arreglarme.
Me puse un vestido negro, bastante corto, una chaqueta fina, de esta misma altura y unos tacones no muy altos, del mismo color y añadí un bolso plateado, al igual que la tonalidad de una fina capa de sombra de ojos que llevaba aplicada.
Unos tirabuzones sobresalían de mi pelo ya rizado, a más de media melena y un gloss rosa clarito cubría mis labios, por encima suyo, un poco de colorete, para resaltar mis pómulos.
Todo estaba listo, bueno yo ya estaba preparada, y contaba los segundos debajo de un árbol, de ese lugar. Apoyaba mi pie sobre su superficie, y el otro en la hierba. Mi mirada miraba caída hacía el suelo, sin poder esperar más. Las doce pasaban segundos, mi espera era más intranquila, ahora mi mirada era fija en el horizonte, y dos, tres, cuatro y cinco minutos pasaban.
El silencio era cada vez más incómodo, y de las doce y cuatro las horas sobrepasaban. La noche estrellada caía sobre mí, y ya pensaba en tomar rumbo por dónde había venido, borrar su número de teléfono, tirarme a llorar sobre la almohada y comprarme una tarrina de un kilo de chocolate.
Ya me estaba replicando una y otra vez que gracias por ser tan estúpida y que ya había caído, otra vez sobre las mismas. El camino era cada vez más alargado, iluminado por farolas,  y con mi moral por los suelos, con el maquillaje corrido por la cara, y muchos sentimientos.
Giraba la esquina, mis pies rozaban la arena, las olas rompían en los acantilados, y todo me recordaba a su presencia.
Kevin.. joder ¿porque me haces esto? - pensé y dejé de caminar por unos segundos.
Entonces, un cuerpo se asomo por mis espaldas, colocó algo plástico sobre mi cabeza, me subió a sus hombros, y me susurró un lo siento.
Me hundí sobre la moto, y alcanzó rápidamente mucha velocidad, mientras mis rizos golpeaban mi espalda, y una sonrisa iluminaba mi cara.
- Lo siento, lo siento enserio de verdad, siempre soy muy impuntual... - le pusé la mano en la boca y le hicé callar.
- Te perdono solo si me dices a dónde vamos y de dejas darte un beso.
- ¿Y si cumplo una de las dos?
- Sí, yo también quiero saber a dónde vamos a ir a parar.
- No, yo quiero un beso.
- No, uno detrás de otro.
- Vale estamos de acuerdo.
- Pero, ¿quieres decirme a dónde vamos? - dije encaprichandome.
- No, ahora lo verás. - dijo orgulloso.
- No me gustan las sorpresas. - repliqué
- Pronto lo sabrás. - se burló y me sacó la lengua hacía un lado, anda que si estuviese yo a esa altura, le habría dado miedo hacerlo.
Llegamos a una casa, una casita de madera, a los escondites de algún lugar, ya a largas horas de la madrugada, aunque no pude mucho apreciar. No podía dar importancia, porque lo único que hacía era dar vueltas a un lado y otro de un colchón, besar a una persona maravillosa, hasta que llegue a un basta, me senté sobre el colchón y dije;
- Espera. Todo esto es demasiado precipitado... no estamos preparados para esto. Una mala experiencia volvio a aparecer por mi mente, dí decaída y pensé, que tal vez, solo fuera un objeto, y eso me dolió, pero, a pesar de aquello, se sentó a mi par y calmó mis lágrimas.
- Siempre tengo que estropearlo todo.. - me hundí en su pecho y dejé que todo lo malo, me llenará en la penumbra y se unieran nuestros corazones.
- ¿Estropear el que? - dijo secando mis lágrimas.
- Esto, ¿no ves esto? - dije señalando mi rostro lloroso, y después llevándome las manos a la cara.
- Explícame, y deja de llorar, que me estas matando.
Le empecé a contar todo, todo mi maravilloso pasado ¿que bonito verdad? seguro que ya estará buscando información sobre él para hacerlo cenizas, y sólo por mí, por haberme interpuesto entre su camino, una tarde de 2 de julio. ¿Porque dejé que mandará sobre mis riendas?
- Tu no tienes la culpa de todo aquello, él no te supo valorar. - me abrazó y besó mi frente.
- ¿Serías capaz...
- ¿Qué si yo sería capaz de qué? ¿estas loca? yo no sería, no se me pasaría por la cabeza hacerte todo aquello ¿eso es una pregunta? dios, Miranda... yo te quiero.
Sonreí y sequé mis lágrimas.
- No... eso ya lo sabía - sonreí de nuevo- si... serías capaz de luchar por mí, y.. hacerme olvidar mi pasado, porque formas, parte de mi presente.
- Claro que sí tonta... ¿sabes que estas guapa hasta llorando? - me acercó y beso.
- Sabes... no voy a volver a dar vuelta atrás, así que ten cuidado de no arrepentirte de lo que vas a hacer..
- No lo haré - y volvió a empezar un camino de besos por todo mi cuerpo.


Hola! Siento haber tardado tanto en subir. Solo deciros, que me encanta que comentéis cada capítulo y que dejéis una huella en esta historia, y me déis ánimos a seguirla, por eso, comenta porfavor. Si no me sigues, sigueme con tu blog o desde tu twitter, y así siempre que suba nuevo capítulo, podrás ser la primera en enterarte, porque te mandaré el aviso:) Cuándo este capítulo alcance los seis comentarios, subiré el próximo, todo depende de vosotras. Sigueme y comenta, y nos vemos en el próximo capítulo:)  Responde a la encuesta de la cara superior;) Os quiero mucho.- Sonia.

viernes, 16 de marzo de 2012

~ Capítulo 7 Sensaciones

Una piedra entro por mi ventana, y tenía un manuscrito, un olor a... algo que no sabría explicar, pero que era de muy buen gusto al olfato. Al estar esta abierta, entro casualmente, y no fracturo su cristal.
Me flexioné de rodillas para coger la piedra, y finalmente, quede sentada en el suelo, por un leve resbalo de mis pies. Me acurruqué sobre mis rodillas y la cogí, quitando la cuerda de su mensaje, siniestra como si fuera una historia de aventuras, y fuera una niña de 8 años.
Tenía un trozo de papel entrecortado, una silueta dibujada, una letra atormentada y un "Miranda" puesto en mayúsculas por su parte superior. Abrí esas cuatro caras bien dobladas, y la curiosidad me estaba matando.
- "Doce de la noche. La laguna. No dejes de ser tan preciosa, xx. - K."
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo en una milésima de segundo, la sangre se subió a mis mejillas y sonreí con una gran sonrisa automáticamente, y de nuevo, esos malditos nervios.
Me levante de forma instántanea del suelo con tal rápidez que casi me trago la pared, aunque tal vez de ese modo habría vuelto más a la normalidad.
Recorrí todas las instalaciones de la casa, gritando que hoy lo volvería a ver, y diciendo "Kevin te quieeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeero" más de un millón de veces.
Me subí y baje las escaleras a modo de maratón sobre veinte veces, me desparramé sobre la cama de almohadas y acabe tirada en el suelo, sobre mi cabello, dándome un respiro.
Otra vez, le veré otra vez, nuestro tercer encuentro, o el segundo, como queramos verlo.
¡Le veré otra vez! - me eché las manos a la cara y notaba el calor de mis mejillas, y después, recordé que no sabia nada de él desde la noche anterior, que, recordando, no recordaba nada. Todavía no sé las circustancias que me llevaron a mi paradero, o más bien, quién me trajo, sería el, es un sol.
Me faltaron segundos para darme cuenta, de que gracias a él, mi vida cambiaría y que daría un giro de 360º. Que podría olvidar las cosas malas de mi pasado, y vivir las buenas de mi presente a su lado.
Puede sonar de locos, puede no ser creíble del todo, pero cuándo se quiere a una persona, se la quiere con el corazón, y yo estaba sintiendo algo que iba más allá del deseo, quería que no fuese compartido. Quería hacerle saber, que yo no hago esto por afición, que es lo que me guía mi corazón.
Tal vez, hoy haga una tontería, me arriesgue demasiado, le diga, que lo nuestro no es un royo de verano, no es un juego, y que, deberíamos dar un paso, aunque sea grande y nos cueste, y, si esto de verdad merece la pena, y no son imaginaciones crueles de mi mente, debemos de ir más allá.
Porque, si algo merece la pena, la merece y no se le deja escapar. Estaba emocionada con esta noche. Haré retales de mi corazón, y un juego de palabras de lo que llevo en mi interior. Doce horas, una noche.

martes, 13 de marzo de 2012

~ Capítulo 6 Resaca

No sé cómo acabaría todo. Yo estaba en mi casa, en mi habitación y tumbada en mi cama, con la ropa que me puse esa noche. Con el olor de aliento fuertemente a alcohol, dolor de cabeza, pesadez del cuerpo, una presión en el estómago, y no tenía para nada ganas de levantarme de la cama.
Me desnublé un poco la mente y llegue a la conclusión de que no tenía ni idea de cómo había llegado hasta mi paradero, pero tampoco tenía ganas de averiguarlo, únicamente tenía ganas de volver a dormirme y soñar que no ha ocurrido nada, pero si así fuese, tendría mucha suerte, y no creo que sea el caso
"Miranda, ayer te pasastes con los cubatas, si esque no puedes salir de casa" pensé.
¿Dónde estaría Kevin? ¿Qué fue de él? ¿Qué ocurrió entre nosotros? ¿ocurrió algo subidito de tono? no creo, porque si no estaria en su cama y.. un poco más desvestida, no recordaba nada, mierda.
Aun con la pesadez en el cuerpo, me levanté y refresqué un poco, y de mil maneras traté de hacer desaparecer el olor del alcohol, pero no obtenía demasiado éxito.
Baje a la cocina a coger algo de comer y tuve la suerte de que la única que estaba presente en la casa era yo.
Mi hermana Laura, de doce años, estaba en el conservatorio, a unas clases que se había apuntado aquí durante estas largas vacaciones, seguro que se lo estaba pasando bien, espero que no tome ejemplo de su hermana mayor.
Papá estaba durmiendo en el sofá con un bol de palomitas y una bolsa de cacahuetes sobre el brazo, y una película emitiendose, pero a mi padre le hacia falta poco para dormirse, así que desaparecí de allí cómo si ni siquiera hubiese pasado.
Tenía una llamada perdida de Leyre, también me había olvidado de su existencia. Siquiera sabía cuál era el día al que estábamos. Ah sí, 3 de julio.
Me fui al jardín que daba al otro lado de la casa y llamé a Leyre.
- ¡Miranda González! ¡¿dónde te metes!? ¿qué es de tu vida? - dijo pidiendo una justificación.
- Ah, hola. Lo mismo podría decir yo de tí, ahora estoy en casa, con resaca y dolor de pies, ¿tu?
- Yo estoy normal salvo.........¡que ayer me pidió una segunda cita! - empezó a gritar y me entraron ganas de asesinarla, yo ahora necesitaba música clásica para mis oídos.
- Me alegro mucho ¿qué tal ayer entonces?
- Bien, le costó un poco soltarse pero la cosa acabo bien, ya te daré más detalles. Y tu, ¿a que se debe esa resaca? ¿no te quedaste en casa? ¡y abandonaste a tu mejor amiga!
- Primero, salí con Kevin, es una larga historia... fuimos a una fiesta, y bueno ya te imaginas
Me interrumpió.
- Pero...¿hubo o no hubo? - preguntó codiciosa.
- ¿Haber que? - pregunté todavía espesa.
- Tema.
- ¡Que va! bueno no sé, ¿crees que me acuerdo de algo? he aparecido en mi casa sin saber cómo. Y terminando, ¡tu te fuiste con el de los helados! si hubiera ido, habría acabado de sujetavelas.
- Mir...  no te vallás por mal camino...
- ¡Ley! pero.. pero tú, seras pervertida, enfin ya hablaremos, chao.
- Espera, espera. - dijo y le colgé. No tenía ganas de discutir por sus estúpidas anécdotas, la que acaba con todos en la cama el segundo día de relación es ella, yo no aspiro a tanto.. además, a mi me gustan las cosas más así, serias.
Subí a mi habitación a pasar de todo y volverme a echar sobre la cama, dormir un poco, y dejar un poco más lejos a la resaca, y entonces veía objetos volando a la par de mi ventana, una piedra entro por mi ventana, y tenía un manuscrito, un olor a...

~ Capítulo 5 Todo da vueltas

Vueltas frenéticas. Vueltas una y otra vez. Me giraba a un lado, y me giraba a otro, acabaré callendome de la cama. Claro, yo no podía conciliar el sueño, estaba sin wifi y mi mejor amiga estaba en un pub con el rubito de los helados, que envidia.
Eran las dos de la madrugada, todo estaba silencioso, no sabía si escaparme y dar un paseo por la playa y ya si eso... ya se sabe ¿verle? de verdad que no podía conciliar el sueño, y hacía un calor para morirse, a 30ºC.
Cogí el HTC y jugué a algún juego de las aplicaciones que tenía descargadas pero me cansé enseguida, y sólo daba vueltas y más vueltas. Abrí todavía más la ventana, si es que se podía, esa chicharrina era insoportable. Me dí media vuelta y cogí un botellín de agua y me la eché por encima, me daba igual ponerme perdida o dejarme de ponerme, tenía calor.
Ala, fiesta, no aguantaba más allí dentro, yo me iba a perderme o lo que fuera, pero lejos de mi casa. Me cambie de ropa, obviamente no iba a irme en pijama.
Me puse lo primero que pille, no tenía ganas de pensar en que ponerme, siendo que tampoco iba a hacer nada del otro mundo.
Cerré sigilosamente la puerta y coloqué la llave en la cerraja para cerrar la puerta. Había un montón de gente por la calle, diversos puestos de venta ambulante, espacios de entretenimiento instalados, una noria.. diferentes cosas.
Cómo no tenía nada mejor que hacer en ese sitio estando sola, decidí llamarle. Espera.. ¿tenía su teléfono? sí, me lo había dado antes de irnos, sí es verdad.
K- Ke- Kev-> Kevin. Aquí, seleccione y le dí a llamar, pero no sabía si colgar, igual no estaba en casa o tal vez estuviera durmiendo, no sabía que hacer, pero el teléfono seguía marcando, y daba señal.
No lo cogía.. buf. Eso creía hasta que cuándo iba a darle a colgar salió su voz y ya me subió la adrenalina, sólo su tono de voz era tan, arg.
- ¡Miranda! - dijo sorprendido.
- ¡Kevin! ¿no te habré molestado? - me mordí el labio inferior, tal vez no debería de haberlo llamado...
- ¡No que va! hablar contigo nunca es molestia - sonreí tras ese comentario - además.. yo también tenía pensado llamarte, no consigo pegar ojo.
- Esa es la razón de mi llamada, creo que no puedo esperar a verte. ¿Sales de casa?
- Sí, ahora mismo. ¿Dónde estas? - dijo con prisas.
- Estoy en el puente, al otro lado de la costa.
- ¡Perfecto! ahí vivo yo, cerquita. ¡Ahora te veeeeeeeo! - grito y colgó, con nervios, cómo si la vida le fuese en ello.
Me senté en un borde mientras la gente caminaba a mi alrededor y pusé 'Grade 8' de Ed Sheeran en mi iPod, esperando su llegada.

'My mind is a warrior,
My heart is a foreigner, 
My eyes are the colour of red like the sunset, 
Never keep it bottled up,
Left to he hands of the foreigner, 
Be a true heart not a follower,
We're not done yet now,
I see it in you movement and I, 
If we can ever do this right,
Im never gonna let you down,
Now keep it on the down low
And ill keep you around so ill know,
That ill never let you down, 
Ill never let you down..' 

Cuándo llego a esa parte, le observaba desde el horizonte y apagué el iPod, me pusé muy nerviosa, tenía que aprender a controlar mis nervios. Fui corriendo y le pegué un abrazo de oso, al que él respondió dándome otro todavía más cálido.
- Te he echado de menos.- me dijo.
- Y yo también, ¿no se nota? - le dí un beso.
Empezamos a caminar, se observaban atracciones a lo lejos, y no sabía hacía que dirección pensábamos ir.
- Ven, quiero llevarte a un sitio.- me llevó corriendo, y casi me tropiezo y caigo.
- ¿Estas bien? lo siento.
- Sí, si vallamos.
Entonces, al poco entramos en una casa, un garito o algo, había mucha gente, música a tope, y sólo sé que me dolían muchísimo los oídos.
- ¿Y esto? - le chillé al oído.
- Vamos a pasarnoslo bien, no preguntes - me sonrió y ofreció su mano- ¿Bailas? - se juntó mucho a mi cuerpo, y empezó a sonar de nuevo la música.
Me incomodaba un poco la presencia de tantísima gente desconocida, pero me lo estaba pasando bastante bien, estaba sobre sus brazos, y con dos cubatas de más. Ya veremos que tal mañana, resacón.


lunes, 12 de marzo de 2012

~ Capítulo 4 Subir en una nube.

La playa acompañaba este sentimiento. Sus labios posados suavemente sobre los míos, durante largos segundos, inseguridad y nervios por mi parte, y necesidad de volverlo a besar una y otra vez, hasta que mis labios cogiesen agujetas o la luna ya la tuviésemos encima.
¿Íbamos demasiado rápido? no lo sabía pero quería seguir manteniendo este ritmo, y cada vez iba descubriendo que lo que yo sentía iba más allá del deseo, a algo estable, no a una relación de una noche y mañana si te he visto, no me acuerdo. Me estaba empezando a enamorar, odiaba este aspecto de mí, me hace falta un chasquido de dedos para estar enamorada de alguien y me he equivocado varias veces, bueno creo que sobre ese asunto ya hay una prueba que lo demuestre. Pero, esta vez era diferente, iba a serlo, tenía que serlo...
Y el ritmo era cada vez más acelerado, casi sin pausa, pero yo lo frene un poco, era ya tarde, había pasado todo el día fuera, y no recordaba de que cómo muy tarde mi hora de regreso debía de ser a las once de la noche, y ya eran más de las diez,  y veía que esto iba para rato, además, quería tirarme sobre la cama y pensar si todo esto no es demasiado precipitado.
- K-kevin. - dije mirando sus ojos claros y levanto su rostro ensamblado en felicidad.
- Dí-dime. ¿He echo algo mal? - dios, que modesto asdgtrewer me voy a morir.- Tengo que irme, no quiero hacerlo pero debo de marchar, mi familia estará preocupada por mí y cuánto antes llegué, menor será la bronca.
- Bueno..vale ¿Dónde vives? yo te acompaño. Recuerda que me conozco esto cómo la palma de mi mano, llevo más de dieciséis años viviendo aquí.
- Vivo en..... oh, enserio que no hace falta, además vivo cerquita, ahí en la esquina de la próxima avenida, esa casa que se ve a lo lejos, color amarilla y con las ventanas de color azul.
- Pero no es molestia, yo quiero acompañarte y fin, no vas hacerme cambiar de idea.
- Vale, eres cabezota eh.
- Y tu una chica caprichosa. - y le  miré sorprendida.
- Ah, ¿y porque soy caprichosa?
- Porque cada vez que te doy un beso, tu me robas dos. - y no pude evitar reírme tras ese comentario, y parecía que subía en una nube, y estaba super motivada.
- ¿Y te ries? - estrechó su mano con la mía, tras levantarnos de las toallas y caminar rumbo a mi casa.
- ¿No te gusta? ¿no sé besar? porque entonces me tienes que dar clases prácticas.- me sonrojé.
- Claro que no me gusta - se quedo parado durante un momento, pero al poco siguió con su frase- me encanta,cómo tú. - me tiré a sus brazos y me sostuvo.
- ¿Te quedas callada? - replicó con cara de no haber roto nunca un plato.
- Tan solo quiero amarte, y no descender nunca de esta nube.
- Yo también, yo también te quiero. - respondió más tímido.
Llegamos a la puerta de mi casa, no había luz en su interior, así que suponía que les tendría que esperar.
- ¿Volveremos a vernos? - dije formulando mi despedida.
- Claro, claro que sí, mañana mismo, ¿te parece bien? - a lo que sonreímos a la vez y asentí.
- Te espero mañana, al amanecer en nuestro primer punto de encuentro.
- Estás loco si crees que voy a poder esperar hasta mañana para volverte a ver de nuevo.
- Hasta mañana. - me volvió a besar una última vez, entré en casa, me pusé a chillar cómo una loca y me acordé de Leyre. ¿Que habría sido de ella? entonces empecé a marcar su número y se oía músiquilla de fondo. Me esperaba una larga noche de imnsonio.

~ Capítulo 3 Comienzo de una nueva vida.

No sabía lo que sentía. Quería matar al supuesto criajo y enconrrerlo por toda la playa hasta que mis pies ya no dieran de sí, hacerle alguna aguadilla en la mar salada y que no pudiera respirar durante unos segundos y que se le quedara marcado ese momento en su infancia, pero mis ideas se fueron al norte, me sentía extraña, una sensación que cambio rotundamente en una milésima de segundo.
Un chico de unos dieciséis o diecisiete años recién cumplidos, con unas bermudas estilo hawaiano y una camiseta ajustada a no poder más, sólo eso, te dejaba perpleja. Era alto, pero bastante menos que Julio, joder maldito Julio, no te saco ni en estos momentos de mi cabeza. Era moreno, con el pelo color castaño y los ojos claros, color grisáceo con una mirada que te hipnotizaba, y una sonrisa de esas perfectas. Creo que me quedé incluso con la boca abierta, no sé, mejor no saberlo.
Recuerdo que Leyre me dió unas cuántas palmaditas, el chico y los que por lo visto eran sus compañeros salían de una pista de baloncesto que estaba bastante próxima a nosotras, y supongo que este incidente podría haberme ocurrido a mí cómo a cualquier otra chica. ¿Sera una señal? - seguí pensando sobre mis especulaciones.
Cada vez se iban acercando más, vendrían a pedir disculpas o yo que sé, porque esa maldita mancha no se iba vamos, ni a 240 grados en la lavadora.
- Miri, ¡Miri! eh, despierta que se acercan. - me susurró Leyre. Me dirigí a ella disimuladamente y le susurré.
- Leyre. ¿pero tu lo has visto? ¿ves lo que ven mis ojos? - decía con asombro.
- Sí sí.. ¿entonces, el chico de los helados es mío? - dijo subiendo un poco el tono de voz.
- ¡Ay joder haz lo que quieras! pero ayudáme. Haz algo no sé ¡Joder Leyre!
Cada vez estaban más próximos, eran tres. Mi, vamos a llamarlo 'fichaje' estaba en el medio. Movía su flequillo a un lado y mis neuronas se deshacían. Cómo no sabía que hacer y no quería parecer tan tonta de decirle, "ay me has manchado, ahora tendrás que invitarme a cenar para recompensarme, así te acordarás de que no debes repetirlo". No, estaba muy chapado a la antigua y no era mi estilo, además estaban cómo a cinco pasos, ya debían de estar rezando veinte rosarios por si les caía alguna torta y con un rostro ángelical que te hacía más débil.
- Vale, corre coge esa servilleta. - me dijó señalando al otro extremo de la mesa.
Le dí la servilleta y me dijó:
- Este es el plan. - esperate que va la lanzada, si es que no puede tener una relación estable...- Tienes que parecer enfadada- ¿cómo hago eso? si ya me tiemblan las rodillas y me va a salir un pequeño hilo de voz - Entonces, yo me quedaré con los demás...
- ¿Tia quieres hacerte un trio o algo parecido hoy o que?
- Cállate, que no me dejas acabar - dijo con una sonrisa de oreja a oreja que me conocía cómo la palma de mi mano.- Tu te irás con el al baño..
- Ya, Leyre ya, que pase lo que tenga que pasar y que surga lo que tenga que surgir, no vengamos aquí ahora prediciendo el futuro porque visto cómo te estas poniendo me veo con un retraso de 3 meses y un test de embarazo de color rosita - le solté.
- Ja-ja-ja no se sabe. ¿Le llamaras Leyre en honor a la tita? - hizó una vocecilla de niña pequeña.
- ¿Te quieres callar? - dije empujándole un poco.
- Vale, vale que agresiva.
- Cuida, no te valla a sacar las garras.
- ¿A mí? eso lo harás tú con el chaval este, que le quitarás la ropa en medio segundo. - y solté una pequeña risita.
- Eres el bicho mas pervertido y malpensante de este mundo.
Ya estaban ahí.
- ¿¡Y vosotros que hacéis!? no véis que estamos aquí, nos podríais... blablabla. - seguía esta enrollandose mientras los otros dos estaban alucinados o con la mierda hasta el cuello y estaban de colores de la gama verde hasta la morada, cómo si llevarán un collar a presión. Los únicos que les ignorabamos a todos éramos él y yo. Enserio, que lo sabía, tenía ahí una intuición ahí dentro que me decía que manteniamos una conexión y que el destino había querido juntar nuestros caminos para que chocasemos juntos en una misma dirección.
El chico moreno tosió cómo para parar a mi amiga y dijó a voz de todos que lo sentía muchísimo, que no volvería a ocurrir, y me seguía mirando, ¿era cómo un muñeco de cera? estilo a estos que les hacen a los famosos y tal, me refiero.
Leyre les acabó devolviendo la pelota cómo si fueran unos niños pequeños en el patio de su colegio y lo único que faltaba era el mítico "BIENNNNN" que sueltan los niños cuándo consiguen lo que quieren. Pero estos no, el mio no al menos, eran..no sé eran especiales, me daban ganas de cogerlos de los mofletes y decirles cuchiflú. No, me estoy pasando.
- Y la próxima vez tener más cuidado. - dijó Ley que por lo visto no le acabaron gustando, porque se los ventilo de su vista bien pronto.
Iba a volverme a sentar en la silla, cuándo una voz venía desde mi espalda.
- ¿Me acompañas? Eh...ems, ¿sois turistas verdad? si queréis puedo enseñaros esto un poco.. - decía llevándose la mano al cuello y volviendo a colocarse su voluminoso pelo sobre la frente, sin dejarla al descubierto. Leyre cambió de planes y no sé si lo hizó por mi o por quién fue. El caso es que ella se quedo en la barra de los helados a lo película americana hablando con el chico y yo fui directa y acepte su invitación. Sus amigos se quedaron en la cancha, mejor así, solos, aunque no sabía cómo romper este silencio tan incómodo que sólo podía separar el romper de las olas sobre los acantilados. Una cosa llevo a la otra, era un chico muy simpático, agradable, cada vez me gustaba más, no sólo por el físico, sino su forma de ser, era tan parecido a mi en muchas cosas que creo que incluso el se sorprendía. Al final, el atardecer se posaba, algunos pájaros se perdían por el horizonte, parejas caminaban de la mano por los surcos de la arena, y nosotros estabámos tumbados sobre dos toallas, a dos milímetros de distancia, yo con una orquídea rosada en el pelo que me acaba de coger y el con su amplia sonrisa, apunto de darnos nuestro primer beso.

~ Capítulo 2. Sentí un revoloteo en el estómago.

Me vino justo para dejar las cosas en la encimera e ir a arreglarme un poco. Subí al baño de la planta superior, me maquillé un poco aunque lo suficiente para dar la nota con un aire natural y eché un poco de espuma en mis rizos, dejándolos más voluminosos. Cogía el bolso y metía mi móvil en el primer bolsillo que tenía a mano mientras me dirigía al recibidor tras oír el timbre de la puerta, y ahí la tenía. Cerré con llave y se quedó todo bastante silencioso. Procedí a darle un abrazo y todavía no sabía la multitud de cosas que me esperaban este día.
- ¡Mirandaaa! - grito dándome un fuerte abrazo, esos que añoras con el tiempo, aunque por mi parte, la última vez que estuve en su presencia fue hace tres días, tres eternos días.
- ¡Lu! - grité yo también formando un coro.- ¿A dónde vamos a ir? - pregunté perezosa.
- A dónde la niña quiera. - soltó mientras formaba una amplia sonrisa.
- Ahám.. pues no tengo ni idea y no hay muchas ganas de andar.
- ¿Vamos a la playa? podríamos hacer nuevos amigos. - dijó iluminando una amplia idea en mi mente. Estábamos de vacaciones en Marbella, y tras dos intensos días aquí no habíamos conocido a nadie y sólo los teníamos la una a la otra. Ella estaba deseando conocer a un chico, algo que yo también por una parte, y por otra, no. Todavía me dolía. Me dolía el alma. Mi corazón estaba todavía apretado en alguna cavidad, y con multiples contusiones. Mis heridas, tanto físicas cómo psicológicas estaban muy dañadas. Tenía varios moratones por casi todo el cuerpo y podía apreciarse a simple vista. Ese maldito capullo no se olvidaba de mí, me seguía a todas partes, huía desesperadamente, me ataba, no le escuchaba, le ignoraba, empezaba a pegarme, a exigirme que mantuviera relaciones sexuales con él, a aprovecharse de mí, a hacerme cada vez más daño... todo eso estaba muy presente y no formaba prácticamente parte del pasado. Cualquiera podría pensar que es un maltratador, un loco, un pervertido, un violador, un yonki.... muchas cosas se te pueden aparecer por la mente, pero si es tu ex, bueno queda más que claro. No llego a comprender cómo pude enamorarme de él, cómo dejé hundirme en sus pensamientos, cómo pude llegar a decir que por él me quitaría la vida, cómo dejé que me tocará un pelo una primera vez, hasta una segunda, tercera y cuarta vez que le dí puerta y desde entonces, me sigue a todas partes y vivo aterrorizada. ¿Quién iba a querer salir conmigo? nadie.
- Eh ¿Mir? - me llamó y al no responder me tambaleó de un lado a otro hasta que volví al mundo.
- Ah, sí sí ¿por dónde íbamos?
- ¿Ya estamos otra vez? te estaba hablando de que podríamos ir a...- se paró unos segundos en medio de la frase- ¿Sigues pensado en eso, no?
- No sé.. tal vez tu y yo pensemos en conceptos diferentes. - dijé subiendo un poco los ánimos.
- Julio, coño deja ya de pensar en Julio. Estas conmigo ¿vale? - me abrazó.
- ¡Au! todavía me duele - dijé dandóme un pequeño masaje en el brazo.
- Pronto te desaparecerán las heridas.
- Ni siquiera puedo ponerme en biquini por miedo a que la gente huya por los diferentes tonos de mi piel.
- Eres una mezcla de cangrejo. - rió.
- Ja-ja-ja. - dijé remarcando las separaciones.-  ¿Vamos a la heladería que hay dos calles más arriba? ya sabes mi cierta tentación por los helados.
- Vale, pero yo quiero un bote de pringles.
- Que sí, pesada.
- ¿Pesada? yo también te quiero.
Seguimos caminando e intente sacármelo unos minutos de la cabeza, pero ni aún observando a los tíos buenos que paseaban por la playa me lo sacaba, ni a tiros.
Llegamos a la heladeria y nos sentamos en unas mesitas estilo picnik playero que tenían a fuera en un pequeño recinto al aire libre. Vino un chico jóven, bastante apuesto, de unos veinte o veintitrés años y nos preguntó que queríamos tomar, ya que también había cafés y diferentes granizados.
- Yo querré un helado de strataciella con otra bola de vainilla - le sonreí y giré la mirada hacía mi mejor amiga que dejaba brillar esos ojos hacía su vista, ¿ese era el primer tío que se iba a llevar a la cama? de eso nada, los rubios son mios, lo siento.
¡Ley que se te cae la baba, atiende al mozo! - le dijé y bajo de su nube mientras me clavaba una mirada asesina y me susurro un "esta me las pagarás" y me dió un pisotón, el chico todavía seguía sonrojado por lo que acababa de decir.
- Vale señoritas, ahora mismo os lo traigo.- dijo el chico lléndose hacia la barra y diciéndole a la señora del puesto de helados los que queríamos, mientras tanto, Leyre y yo entablabamos una conversación.
- ¿Tu eres tonta o eres tonta? - dijó ruborizada.
- Soy lista, aunque no está entre esas opciones, por eso soy inteligente de sacarla por mi misma. - le saqué la lengua.
- ¡Me has dejado mal delante del tío bueno de los helados! - dijó bajando la voz.
- No puedes tirarte a todo el mundo, ¿no crees?
- Ahá, no Mir, ese es míooooooooooooooooooooo.
- Que te lo has creído, el rubio veinteañero es mío, cómo si no hubiera más chavales de puestos de helados.
-¿Moreno? ¡pero si es rubio! tu quieres todo, Mir, todo no puede ser, sorry. - me cogió la cara y me pusó morros.
Entonces, el chaval nos dejó los helados, le dimos las gracias y una pelota de baloncesto impactó sobre el mío y acabó en mi blusa. Putos críos, mueren.
- ¡Gilipollaaaaaaaaaaaas! -solté y mi amiga se rió escrúpulosamente a modo de venganza.
Oía unos pasos y mantenía mis puños en una posición de la que no pudieran salir disparados mientras me levantaba rápidamente y veía al gacho que se las iba a ver conmigo estas vacaciones. Entonces, me dejé caer sobre la silla, me dió un síncope, me sonrojé y escuche una vocecillla, desde ese momento, sabía que no era yo, que no era Miranda González.

~ Capítulo 1. Tu mirada y la mía se juntaron la tarde nuestro encuentro.

Era un caluroso 2 de julio. Un rayo detrás de otro cubrían mi rostro y reafirmaban mi figura, despertándome. Las sábanas quedaban pegadas a mi pijama de tirantes, y mi piel morena sobre ella. Un sueño tremendo volvió a mi cuerpo, una de las cualidades características de estos diecisiete años que llevo en la tierra.

- Miranda ¡si no vienes ya te vas  a quedar sin desayuno! - gritó la que creo que era mi madre y volví a recostar la cabeza sobre la almohada. Cogí mi HTC y ví la hora en el enorme reloj; las 11.15, con lo bien que se está durmiendo, es vacaciones. Pegué un bostezo y me recoloqué en la cama, voltée mi melena ondulada sobre mi cuerpo y la recogí en un moño deshecho. Hice mi cama y recogí un poco mi habitación. Me lavé la cara y después fui a vestirme, que pocas ganas tenía de elegir conjunto. Después de varios minutos mirando cómo una tonta mi armario desordenado, me decanté por una blusa blanquecina bastante fresca y unos shorts ajustados, de color plateado, después cogí una pamela rosada y me recogí mejor el pelo, mientras mis pies se entrometían en unos preciosos tacones rosa palo.
Ya las doce de la mañana, bajé a desayunar. Obviamente, sólo quedaban las migajas, y el que avisa no es traidor, cómo habría dicho mi madre.
Cogí el tostador y coloqué dos rodajas de pan de molde y las deje para que estuvieran hechas en dos minutos, mientras tanto saqué la mantequilla y mermelada y me pusé a llamar a Leire, mi mejor amiga. Tenía pensado quedar con ella, aunque no le había dicho nada, seguro que estaba disponible.
- ¡Luuuuuuuuu! - grité al otro lado de la línea.
- Miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiir ¿qué tal cariño? - su dulce voz se entrometió por mis tímpanos.
- Muy bien todo, ¿y tú? oye.. - me interrumpió-
- Sí , que quedo ahora mismo, que sé que lo estás deseando. - echó una pequeña risilla.
- Que bien me conoces pillina. -sonreí.
- Hahahaha, no lo sabes tu bien. ¿Cuándo paso a recogerte?
- Quedamos a eso de la 1 en la plaza. - le comenté
- Estúpendo, por cierto, te aviso de que tiene pinta de hacer una chicharrina impresionante.
- Sí Ley, que llevo algo fresquito. - parecía mi madre, ya tenía diecisiete años, no era un bebe.
- ¡Vamos a conocer a chicos! fiestuquiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii - gritó dejándome sorda al otro lado del teléfono.
- Chica, ni que fueras a perder hoy tu virginidad. - solté riéndome.
- La perderé por duodécima vez.
- ¡Te tengo dicho que sólo eres mía! - dijé con tono enfadado. Amaba nuestro bromance.
- ¿Y no puedo hacer cosas malas?
- No, ñañañaña - parecíamos crías de 3 años.
- Bueno, que te veo en nada, te quiero.
- Adiós cosa. - y colgé el teléfono.

A lo que me dí cuenta, ya habían salido las tostadas, y si no fuera porque iban por un tiempo cronómetrado,  se me habrían chamuscado. Me senté en la mesa de la cocina mientras observaba las vistas de Marbella y untaba con el cuchillo la mantequilla y posteriormente la mermelada de melocotón. En un santiámen estaba Leyre en casa, iba más pintada que una puerta, pero la amaba y era sólo mía. Lo que yo no sabía es que hoy conocería a la persona que estaría conmigo hasta el final de mis días.